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Emely era zurda /Raquel Rosario Sánchez

Por:Raquel Rosario Sánchez
Su nombre no era Emely, ese es un apodo. Su nombre, como aparece en su acta de nacimiento es Emy del Carmen Peguero Polanco. Fue inspirado en una telenovela del momento, pero pronto todo el mundo empezó a llamarle Emely (con e, no con i). La familia me cuenta que ella nació el 12 de junio del 2001. Un  martes  al mediodía. Su tía Liliana recuerda que fue un día soleado y emotivo. Efectivamente, la bebe más chiquita del matrimonio de Genaro y Ada (también tienen  a Leidy y a Starlin), nació con  hoyuelos en las mejillas, los cuales heredó de su mamá.
Su color favorito era el rosado fuscia. Le gustaba cocinar. ¿Qué?  De todo menos habichuelas  y carnes.   No le gustaban las carnes de cerdo ni de vaca, casi nunca las comía. Su especialidad eran los locrios (de pollo) y moros. Le gustaba preparar sopas (con huevos, papas y zanahorias) y cuando Starlin hacia dieta, a Emely le gustaba acompañarlo y preparar muchas ensaladas. Ah, varias personas me enfatizan con seriedad que a ella definitivamente  no le gustaba el pepino.
Era zurda. Su caligrafía no era cursiva, sino en bloques redondos, casi cuadrados, que destacaba por ser una escritura elegante. Cursaba el tercero de bachillerato en el Liceo Max Henríquez Ureña, sus materias favoritas eran las Sociales y la Historia, dice Robert, su amigo de la infancia. Le gustaba jugar baloncesto, pero lo que más le atraía   era bailar la mangulina. Para bailar mangulina hay que usar   trajes típicos con colores primarios, y qué bueno, porque a Emely le encantaba ponerse pintalabios rojos. Hablando de belleza, hay que mencionar el pelo de Emely. Era largo, le llegaba a la mitad de la espalda.
Impresionantemente, sabía secárselo a blower ella solita, aunque prefería su pelo natural. A veces le gustaba bromear con Meidi, una amiga de la familia, que entre las dos iban a poner un salón de belleza. Pero eran bromas del momento, en realidad su largo pelo casi siempre lo tenía recogido en una cola.
La familia tiene dos chihuahuas, uno  llamado Momo, que tenía casi la edad de Emely,  y otra que fue la que yo vi en el patio de la casa, cuando visité la familia el 30 de agosto, día de la vigilia dedicada a  Emely. A esa perrita la conocen como ‘La Amarilla’ y Emely no quería saber mucho de ella, porque su amor de verdad era Momo. Hablando de animales, todos dicen que le tenía pavor a las cucarachas y  que si veía un sapo salía corriendo de una vez.
Sus aspiraciones profesionales eran muy eclécticas. Quería cantar, modelar… a veces decía que quería ser azafata, o estudiar turismo. A veces decía que quería ser abogada para defender los derechos humanos. A ciencia cierta, ella sólo sabía que quería ser alguien en la vida. Su hermano recuenta como Emely le decía a su mamá: “Yo voy a ser grande”, una cruel premonición.
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