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Opinión: El talento y la inteligencia no son suficientes


Muchos me dicen que mis hijos son brillantes por su excelente desempeño académico. Efectivamente se han destacado desde pequeños por sus conocimientos y habilidades. Han recibido reconocimiento en las distintas áreas curriculares y extracurriculares tales como matemática, debate y robótica.

Mis hijos, como muchos otros niños y jóvenes, han sido estimulados de manera apropiada y han superado las expectativas, pero no únicamente por sus conocimientos y habilidades o por tener talento e inteligencia. Lo que pocos ven es el gran esfuerzo, la dedicación y disciplina que ellos han estado dispuestos a asumir cada día.

Es triste ver casos en los que padres y educadores consideran a algunos niños y jóvenes como “brutos”, limitándolos a pensar que no tienen la capacidad, el talento o la inteligencia para lograr lo esperado. No se dan cuenta del daño que hacen.

Ericcson plantea que no es el talento ni la inteligencia lo que determina que alguien se convierta en experto, sino que el determinante principal es la práctica deliberada acompañada de retroalimentación (feedback). El esfuerzo y el trabajo son los que llevan a un mejor desempeño. Sin embrago, generalmente creemos que los resultados dependen de la capacidad y alabamos la inteligencia y talento, pero deberíamos reconocer el proceso, las estrategias y el progreso, tal como recomienda Carol Dwek al referirse a la mentalidad de crecimiento. Esta autora plantea que son el esfuerzo y la dificultad los que nos hace más inteligentes. Algunas personas requieren de mayor esfuerzo que otros, pero siempre será necesario si se desea aprender y avanzar.

Al reflexionar sobre la experiencia con mis hijos y sus logros académicos y la de otros que han tenido logros en diferentes áreas, me doy cuenta que lo más importante realmente ha sido el tiempo que están dispuestos a invertir, así como la forma como enfrentan las situaciones, problemas y dificultades, asumiéndolas como oportunidades de aprendizaje y mejora. Buscan ayuda cuando la necesitan e intentan distintas estrategias y formas de hacer las cosas hasta lograr el resultado deseado. Siempre les he dicho que tener la capacidad no significa que van a aprender sin dificultad. La capacidad implica un compromiso y dedicación.

El adulto cumple un rol primordial pues es quien modela la actitud y el comportamiento deseado. Sus expectativas no deben ser ni muy altas ni muy bajas, sino apropiadas, retando, sin frustrar. Puede promover la mentalidad de crecimiento al ayudar al niño o al joven a entender que siempre puede mejorar y que si todavía no ha logrado la meta, no es porque no puede, sino porque necesita desarrollar las estrategias y contar con las herramientas necesarias. El adulto le motiva, le facilita, le ayuda a identificar oportunidades y reconoce su esfuerzo.

La práctica es fundamental en el proceso de aprendizaje. Es necesario equivocarse, intentar de nuevo y contar con apoyo. Este apoyo no debe consistir en resolverles los problemas, sino en ayudarlos a identificar en qué se equivocan y determinar por sí mismos lo que pueden hacer de otra manera. Es importante dar la oportunidad para mejorar, reconociendo  y valorando lo que si funciona y lo que hacen bien.

Muchos estudiantes creen que no son buenos en ciertas áreas, pero en la mayoría de los casos sí pueden aprender y lograr un buen desempeño si se esfuerzan de manera intencional. Tener la oportunidad de practicar a profundidad, de detenerse, equivocarse y aprovechar sus errores les facilita el aprendizaje, tal como plantea el libro “The talent code”. Una experiencia o encuentro real, aunque sea por unos segundos, es mucho más útil que cientos de observaciones (Bjork). Se aprende haciendo.

Evitemos limitar el potencial de nuestros niños y jóvenes al poner un tope a sus logros, al pensar o expresar que sus características, capacidades, circunstancias o contexto determinan lo que pueden y no pueden alcanzar. La mayoría de las veces son más poderosas las creencias, la disciplina y la disposición para dar la milla extra que la inteligencia.


Fuente, Acento

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