¿Alguna vez has sentido melancolía al terminar de hacer el amor? No es algo tan extraño, y de hecho tiene un nombre: disforia postcoital. Y aunque no es raro, sí es curioso, igual que la teoría de que tras un funeral la gente suele tener sexo. Quizá se trata simplemente de una constatación de la vida frente a la muerte. En el caso de esa tristeza que acompaña al coito, se habla en ocasiones de autodesprecio, vergüenza y ansiedad sin razón aparente.
El caso de las mujeres es diferente. Parece un poco anticlimático el hecho de estar teniendo sexo y que ella, en un momento determinado, se eche a llorar desconsoladamente. El varón probablemente pensará que algo no ha ido como debía o que la decepción ha sido mayúscula. Sin embargo, no es tristeza o dolor: el punto G puede puede provocar este inusual llanto.
La oxitocina es la culpable. El cuerpo libera toda su tensión y entonces aparece el llanto, propiciado por el placer
Pocas veces las lágrimas parecen estas asociadas con el placer, pero lo cierto es que es tan normal como sentirse relajado después del coito. Es algo plenamente probado por la ciencia y los expertos aseguran que suele durar cerca de unos diez segundos, durante esa 'Petite mort' en la que algunas mujeres aseguran haber visto el Nirvana. El orgasmo no es suficiente para liberar toda la tensión, y las lágrimas de placer son las que lo consiguen. Estamos acostumbrados a oír gritos o risas en las películas, y quizá por ello esta forma de experimentar el clímax nos llama tanto la atención.
Puedes llorar después de un orgasmo y también durante el mismo. Liberamos oxitocina, y esa relajación puede ayudarnos a coger el sueño. De igual manera también liberamos prolactina al torrente sanguíneo, y eso es lo que en muchas ocasiones nos hace sentir la necesidad de besar, acariciar y expresar a nuestra pareja cariño cuando hemos terminado. Y, de la misma manera, llorar después de las relación es otra conducta de liberación asociada al clímax que no tiene nada de malo (aunque podría asustar a la persona que está contigo, por lo que lo mejor es explicarlo).
Pero, ¿y llorar mientras lo haces? Pues en este caso la oxitocina también tiene la clave. Y si te sucede, no estás sola. La tuitera Adriana R. lo resume en la red social: "A veces me sucede al estimularme el punto G. Es como un botón de catársis. La oxitocina causa todo tipo de emociones, incluida probablemente la avalancha de lágrimas".
De igual manera una mujer que prefirió no revelar su identidad cuenta la experiencia en 'The Guardian': "Puede que el clítoris sea el mejor amigo de la mujer, pero el punto G es esa persona que viene a la ciudad con menos frecuencia pero con la que pasas una noche inolvidable cuando estás con ellas. Los orgasmos relacionados con el punto G tienen un efecto tan duradero en mí que lloro cuando ocurren, en cualquier posición. Mi interior se siente cálido y esponjoso y de repente las lágrimas comienzan a rodar por mi cara".
El punto G es como un botón de catársis. Una sobredosis de sensaciones físicas, estás muy feliz y quieres morir al mismo tiempo
"Se trata de una sobredosis de sensaciones físicas", cuenta Manuela, de 42 años, a 'El Confidencial'. "Lo curioso es que no suelo llorar por norma general, pero cuando me sucede en la cama es difícil de explicar... estás muy feliz y quieres morirte al mismo tiempo". "Yo lo llamo 'orgasmo místico'", cuentaBeatriz, otra encuestada. ". Es como si el orgasmo te permitiera sentir... tocar de cerca el sentido de la existencia, o algo así. Eso me supera y lloro".
Por tanto, lo mejor es dejar que ocurra. Las lágrimas son solo una forma que tiene tu organismo de mostrar su satisfacción y no hay nada de lo que avergonzarse. Aún así, es importante entender tus propios sentimientos y analizar por qué te sucede eso. Si te coge por sorpresa, simplemete para un momento y analiza por qué crees que ha sucedido, así evitarás asustarte. Abraza tus emociones, que son sabias, y simplemente déjate llevar para poder tocar el cielo y estar de vuelta en menos de diez minutos.
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