MADRID. La dominicana Ana Julia Quezada, quien confesó que había matado el 27 de febrero pasado al niño español Gabriel Cruz, ha pedido perdón a la familia del menor y ha reiterado que la muerte fue un accidente.
“Me asusté mucho, el miedo te bloquea y actué así”, dice Quezada en una carta dirigida a un programa de la cadena española Telecinco, remitida desde el centro penitenciario El Acebuche de Almería (sureste de España).
El caso, ocurrido en la provincia de Almería, despertó un gran interés mediático en España mientras el niño estuvo desaparecido, y una gran conmoción nacional cuando la mujer reconoció a las fuerzas de seguridad que lo asfixió tras golpearle con un hacha.
La mujer, pareja del padre del niño cuando ocurrieron los hechos, añade que no está “nada bien” y reclama perdón a “toda la familia de Gabriel” y a las personas a las que ha hecho daño.
Sostiene que no puede hablar debido al secreto del sumario judicial de la causa, aunque asegura que está afectada por todas las “mentiras” sobre ella.
“Fue un accidente y siempre lo diré porque es la verdad (...) No fui lo suficientemente fuerte como para decirle a mi pareja, a nadie, lo que había pasado y, poco a poco, me fui metiendo en una bola cada vez más grande”, asegura Quezada, quien sabe que no tiene “excusa”.
“Quité a la persona que amo lo más grande que uno puede tener, un hijo (...) Tengo una hija y le he hecho mucho daño, espero que ella algún día me pueda perdonar”, añade.
En una segunda misiva remitida al programa, Quezada rechaza que unas personas de Coripe, un pueblo de la provincia española de Sevilla (sur), quemaran una muñeca negra que la representaba a ella el Domingo de Resurrección porque cree que es un acto de “racismo y xenofobia”.
“No soy más monstruo que esas personas y lo hice por un accidente”. Y añade: “Soy negra, cometí un delito sin querer, lo único que pido es que se me juzgue y se me trate como se me tiene que tratar en mi situación”.
La Fiscalía española ha abierto diligencias para investigar la denuncia del Movimiento contra la Intolerancia contra el Ayuntamiento de Coripe por la quema de la muñeca.
Cuando la detuvieron e iba esposada, recuerda Quezada, dos mujeres le dijeron que la iban a “matar”, y que ciertas personas, que no precisa, la trataron “muy mal” en “el calabozo (de las fuerzas de seguridad) y en más sitios”.
Por eso, ingresar en prisión preventiva en El Acebuche fue para ella como hacerlo en el “cielo”.
Quezada también censura que una cadena de televisión fuese a buscar a su familia a la República Dominicana. “Mi pobre madre sufre del corazón. ¡Y eso no está bien! Estoy con antidepresivos y pastillas para comer y dormir”, apunta.