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LA VIRGEN DE LA ALTAGRACIA EN SAN JUAN

Por Rubén Moreta
Desde hace más de un siglo, en el Distrito Municipal de La Jagua, jurisdicción de San Juan de la Maguana se ha arraigado un culto mariano con fisonomía y características particulares.  
En esta comunidad intramontana seguidores de  la Virgen de la Altagracia, protectora espiritual del pueblo dominicano,  se congregan por millares,  especialmente en el mes de enero, a rendir  veneración a una imagen de la advocación mariana encontrada al pie de un árbol de naranja en dicha comunidad.
Una ermita fue levantada en esa apartada comunidad, de 595 habitantes, situada a 27 kilómetros de la ciudad de San Juan de la Maguana, para atesorar e idolatrar la imagen altagraciana  y recibir a los devotos que le profesan su fe con entusiasmo.
Esta celebración mariana posee un gran simbolismo.  Está revestida de elementos sincréticos que incluyen un novenario, toque de palos o atabales, entonación de salves, procesiones y bailes seculares en la comunidad.
Una hermandad se encarga de la organización de las actividades en la ermita.  Esporádicamente asiste un sacerdote a oficiar una misa.
A pesar de la fuerza de este movimiento mariano, la diócesis católica de San Juan lo desdeña.  Igual marginación por parte del catolicismo institucional sufre el culto del “espíritu santo” de la comunidad El Batey.
En la Jagua y El Batey encontramos dos santuarios importantes de religiosidad popular, figurativos de la fe cristiana, mezclada con elementos africanos e indígenas.
El municipio de Juan de Herrera, el benjamín de la provincia de San Juan, también tiene a la Virgen de la Altagracia como su santa patrona, realizando cada año diversas actividades culturales, deportivas, religiosas y artísticas en honor a esta advocación.

El autor es Profesor UASD.

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