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Hay que saber perder....

Por: Cassandro Fortuna M.A.

Si existe algo muy amargo en la vida, es perder. Nadie quiere que le ocurra eso. Siempre queremos ganar. Y eso no tiene nada de malo. Al contrario es la actitud correcta. Pero ocurre que en cualquier competencia, ya sea de béisbol, fútbol o dominó, unos ganarán y otros perderán. Es imposible que todos ganen. Dos boxeadores suben al ring, hacen una gran pelea; pero siempre uno perderá y otro ganará. A veces ocurre en el amor. Dos hombres enamorados de la misma mujer (o dos mujeres enamoradas del mismo hombre). Alguien ganará el amor de la persona querida y el otro quedará fuera del juego.

A veces, el perdedor, reacciona con violencia. No acepta la derrota. No sabe perder. Y, a veces, se han originado historias muy tristes.

Recuerdo que una vez estaba jugado parché chino con una de mis hermanas. El juego estaba muy reñido, pero hubo un momento que yo comencé a ganar. Como es natural yo estaba riendo. El que gana es el que goza, como dice la expresión. Entonces mi hermana, molesta porque estaba perdiendo, agarró el parché y lo tiró al suelo y desbarató el juego. Recuerdo que estaba furiosa y quería darme golpe.

Hay gente que no sabe perder, en nada. Y cuando está perdiendo actúa con violencia. Pierde la paciencia. Se vuelve irracional. El que gana, sin embargo, mantiene la calma. El que tiene la razón no se desespera. No patalea. No discute. Espera el momento oportuno y presenta sus alegatos. Y la razón se impone.

Me parece que fue el escritor Orson Welles, quien escribió que “en una discusión el que tira la primera galleta es quien ha perdido los argumentos”.

El que tiene la razón no quiere pleito, quiere orden, porque en un ambiente calmado es donde puede hacer prevalecer sus razones.

En el caso de las recientes elecciones hay muchos perdedores que han preferido el desorden. No saben perder. Para ocultar su derrota han procurado difamar las elecciones y, obviamente, buscar un culpable. Han escogido el camino equivocado. No saben perder.

Alegar que hubo fraude es una salida muy cómoda para ocultar una derrota. Sin embargo, hay una situación inexplicable. Hasta ahora no hemos visto un solo delegado de cualquiera de los partidos políticos denunciando el fraude y cómo se hizo. No se ha presentado una sola acta alterada. Y lo más grande de todo, en el país hubo muchos observadores internacionales e instituciones de reconocida solvencia internacional, y ningún partido le presentó una sola queja. ¿Por qué no lo hicieron si ello hubiera sido una instancia relevante para denunciar el supuesto fraude?

En fin, una buena parte de la gente que perdió su alcaldía, diputación o senaduría encuentra una salida fácil para explicar su derrota denunciando que le hicieron fraude sin presentar una sola prueba. Y quien tenga pruebas no tiene que hacer desórdenes para reclamar su derecho. Solo tiene que presentarla en la instancia correspondiente, y sobre todo al país, y el derecho y la razón estarán de su parte.

Hay que decir, en honor a la justicia, que muchos perdedores han asumido su derrota con dignidad. Tal el caso, para poner uno solo, de Roberto Salcedo, aspirante a la reelección en el Distrito Nacional, capital de la República Dominicana, la  alcaldía más importante de nuestro país. En lugar de patalear y gritar fraude, como  han hecho una parte de los perdedores, Salcedo le envió una carta a su contrincante victorioso, David Collado, felicitándolo por su triunfo. Como nota curiosa comento que muchos de los coristas del  fraude opinan que donde ellos ganaron todo estuvo bien. En la capital no hubo fraude contra Salcedo. Fraude hubo solo donde ellos perdieron.

Así no se hace Patria. 
Así no se fortalece la democracia.
Los malos perdedores quisieran convertir la República Dominicana en otro Haití.
El resultado de la voluntad popular debe ser acatado, aunque nos sea adverso.  La demagogia barata y jugar con los sentimientos de un pueblo es tarea de irresponsables. A una competencia se va a ganar o a perder. El que crea que tiene que ganar obligatoriamente, sencillamente la macó.


Hay que saber perder.

El autor es Director de El Granero del Sur

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