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Lo de Anse-a-Pitre no involucra los gobiernos haitiano y dominicano; fue un hecho aislado

Lo ocurrido hace siete días en el miserable  poblado haitiano de Anse-a-Pitre, donde ciudadanos haitianos exaltados crearon un desorden con los miembros del consulado dominicano en Haití no tiene nada que ver con las relaciones entre ambos Estados. No fue una acción del gobierno haitiano contra el cuerpo consular dominicano en aquella localidad. En consecuencia, quienes pretenden convertir ese hecho aíslado en una cuestión relativa a las relaciones dominico-haitianas están exagerando las cosas.

Lo que sí tiene que hacer el gobierno dominicano es exigirla al gobierno haitiano que castigue, conforme al derecho internacional, a los responsables de tan bochornosa afrenta, que no fue contra diplomáticos, pues los miembros del cuerpo consular,desde el Cónsul General hasta el más humilde empleado, no son diplomáticos, sino empleados del servicio exterior. Los únicos diplomáticos, de acuerdo con la Convención de Viena de 1961, son los funcionarios del servicio exterior que desempeñan sus actividades en una misión diplomática, es decir, una embajada, tales como Embajadores, Ministros Consejeros y Consejeros. Nada más.

Pero ocurre que se habla de secuestro del persona consular en Anse-a-Pitre y el Director de Migración, José Ricardo Taveras, acaba de informar que no fue exactamente un secuestro. Mientras tanto eso es lo que se cree que ocurrió y ya se ha creado un clima de tensión innecesaria debido a la desinformación. Tanto es así que el Cardenal le ha pedido al Presidente Danilo Medina que se pronuncie al respecto, en una solicitud improcedente, que solo podría llevar al Jefe del Estado a complicar las cosas. El país tiene una cancillería, tiene un embajador en Haití, entonces ¿para qué meter al Presidente en este asunto, que en el fondo no deja de ser un inconveniente que bien puede considerarse como "gajes del oficio" pues en cualquier actividad de la vida cotidiana en cualquier momento podría ocurrir alguna cosa desagradable e irregular?

Lo que ocurre es que el caso haitiano es muy sensitivo. Una buena parte del pueblo dominicano reacciona molesta con Haití cuando se producen situaciones como las que comentamos. Las relaciones internacionales de los pueblos deben manejarse con mesura y prudencia. Así como para que exista unas buenas relaciones humanas deben tomarse en cuenta ciertos factores, lo mismo vale para las relaciones entre los Estados, y más si son fronterizos.

Para los que creen que Anse-a-Pitre es una ciudad, he aquí esta pincelada de ese poblado. Se trata de un texto que publicó el periódio Hoy el 4 de julio del 2009 bajo la firma de Odalis Mejía:
Pueblo fantasma
Es lo que parece la comunidad  de Anse á Pitre, donde no hay electricidad, sistema de agua ni centros de recreación (excepto un pequeño estadio de fútbol abandonado). La situación del hospital también es crítica.
Muy pocos haitianos tienen paneles solares para almacenar energía en sus hogares y mover algún aparato eléctrico que les acomode sus vidas. Mientras, muchos caminan kilómetros para buscar leña del lado dominicano y poder prender sus fogones.
Aunque Anse á Pitre está ubicada a 90 kilómetros de la capital de Haití, Puerto Príncipe, la vía es todo un pedregal con grandes hoyos que dificulta el tránsito o lo hacen imposible para ciertos vehículos.
Es por ello que el río Pedernales y la frontera con la República Dominicana son, prácticamente, el único alivio de sus moradores.

El tema dominico-haitiano es muy complicado. Debe manejarse con inteligencia. Pero sobre todo hace falta actuar con la cabeza fría. Enfrentar una situación tan delicada con molestia y fanatismo es equivalente a abrir las puertas del caos y de lo imprevisto-

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